domingo, 28 de noviembre de 2010


MARÍA, MODELO DE MADRE Y FUENTE DEL AMOR DE DIOS.

María es distinguida dentro de la historia de un pueblo por ser la mujer “activa y responsable, signo de la cooperación humana mas intima y comprometida con el misterio de la salvación” y se le califica de esta manera porque era entregada a la escucha asidua de la palabra de Dios dentro de su contexto religioso, la cual aguardaba con ansia y deseo la venida del Salvador, del Mesías, esperado por el pueblo de Israel, para que los sacará de la opresión a la cual estaban sometidos. María es la llena de gracia y portadora de la misma, como lo proclama el arcángel San Gabriel al momento de la encarnación (Lc. 1,26-38). Esperando con ansia el cumplimiento de las promesas de Dios, anunciadas por boca de los profetas, entonces Ella se encuentra en la expectativa de lo que está por suceder, pero lo que menos se imagina es que será la elegida, para que en ella se lleve a cabo el misterio de la salvación, y desde ese instante se convierte en discípula del Padre, escuchando fielmente su palabra y siendo portadora de las grandes obras de Dios y de su inmenso amor para con la humanidad, manifestándolo con su vida y proclamando las grandes maravillas que él ha hecho en Ella.
Al ser María la portadora de la gracia, por la misma encarnación de Jesús en sus purísimas entrañas, de las cuales brota el autor de la vida, Jesucristo, Ella se convierte en el modelos de la Iglesia suplicante (Iglesia entendida como todos los bautizados) y acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina; una Iglesia que está en camino de santificación y que cada día busca los pasos del Señor como su único pastor.
También podemos destacar en María que por medio de ella Dios quiso reanudar la alianza con el hombre, perdida como consecuencia de nuestro pecado, y por ello Dios se vale de esta mujer por sus mismas condición en que vivían las mujeres culturalmente de la época, la mujer era dada en contrato matrimonial o sea era objeto de comercio, se tenía para ser ama de casa, era una sociedad sumamente machista, y era considerada como ser inferior.
Entonces es aquí donde Dios quiere rebatir la mentalidad que se tiene de la mujer en la época, y donde él comienza a establecer el plan de salvación para su pueblo, y como dice la Escritura: “Porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños” (Mt. 11,25). Por eso María es el modelo de los pequeños, traducido también como sencillos y humildes; María supo aguardar con paciencia la venida del Señor por su escucha de la palabra, ella es conocedora de los más grandes secretos del evangelio por que encarna en su vida esa palabra que se hace carne, que es dirigida por Dios a sus hijos amados, y también porque el Evangelio vivo se hizo carne en las entrañas de María, por eso hacer esta afirmación llegamos a concluir que perder a María es perder el propio Evangelio y de la misma manera en María se humaniza la verdad de Dios, y en Ella se efectúa el amor paternal del Padre y es aquí como nos lo recuerda San Efrén, diciendo: “Dios Padre tejió en María la obra de la salvación”, y juntamente el papa Pablo VI dirá: “María está presente desde antes de la Creación”.
María es llamada, mujer de vocación; y está referido en las palabras que Jesús dirige al discípulo amado: “Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo.” Y luego dice al discípulo: “ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (Jn. 19,26-27), aquí vemos que Jesús quiere expandir la vocación de María, como madre, y es así como a ella no se le termina la misión de madre, por el contrario Jesús la invita a dilatar ese amor extendiéndolo a todos los hombres, y es así como ella se hace madre del pueblo de Dios y más importante tu Madre espiritual. Y esta tarea empieza primero instruyendo a los futuros apóstoles de su hijo acompañándolos en las difíciles pruebas que sobrevienen sobre ellos, entonces es allí donde María se torna “en el corazón de la Iglesia, intercediendo por el descenso del Espíritu Santo, que la había cubierto ya con su sombra en el primer pentecostés, es decir, en el descenso del Espíritu Santo sobre ella en la anunciación” Lc. 1,35. Hch 1,14.
Ella es presentada como modelo de aquel que está llamado a realizar una misión específica. En María encontramos la mujer entregada al servicio de su familia y de la voluntad divina, pero asume el carácter de predicadora del evangelio dando testimonio desde su ser y por esta razón se hace partícipe y compañera del camino de Jesús en el anuncio de la Buena Nueva de salvación.
En María podemos encontrar la gracia de la vocación en plenitud, porque en ella se realiza el verdadero llamado o designio de elección de una persona para el servicio de la Iglesia, y esto lo podemos leer en otros pasajes bíblicos que nos hablan de los llamados que Dios ha hecho atreves de la historia de la salvación, y esto siempre respetando la libertad que tiene el ser humano para responder a la voz de Dios.
Es importante tener un aptitud de escucha para luego producir una respuesta definitiva, como lo hizo María con el Fiat, y para obtener un resultado se genera un diálogo entre el mensajero de Dios y el destinatario que acoge en su corazón el mensaje, Dios siempre tiene en cuenta al hombre como un ser activo y no como un instrumento pasivo. (LG. 56).
En el pasaje de la anunciación como en otros textos de elección, Dios o el Ángel dirigen su palabra produce un asombro por parte de aquel que es saludado o llamado, lo más bello es la disposición que se presta para la escucha y después se da el espacio para preguntar “como sucederá esto” (Lc. 1,34). Dios solo invita a María “a ofrecer su asentimiento de fe, a participar libremente de su propuesta divina” . Y por consiguiente San Ireneo dirá: “Obedeciendo fue causa de su salvación propia, y de la de todo el género humano” (LG. 56) sin embargo la respuesta en ese instante puede tornarse al menos tácita por parte del interpelado.
Ahora bien, cada mujer de nuestra sociedad esta llamada así como María a responder a esa misión que Dios le ha encomendado de ser madre, madre de unos niños que están destinados en orden a la construcción de una sociedad más justa, a instaurar la paz, la justicia y el amor de Dios dentro de una realidad concreta, en la cual vivimos, y por supuesto también es una tarea esencial de María ser educadora de Jesús, por consiguiente deben ser las madres de hoy entregadas a la educación de sus hijos sembrando en ellos valores cristianos y morales para que sean en un futuro, no muy lejano, modelos de familias, llenas de virtudes, pero la educación es también la que corrige cuando las cosas van mal, es la llamada al diálogo sincero sobre las cosas que afectan la vida y el entorno de los hijos. María en la Sagrada Escritura llama la atención de JESÚS: “Hijo ¿por qué nos has hecho esto? (Lc. 2,48)”, pues bien las madres están con la obligación de hacer caer en la cuenta a sus hijos en sus comportamientos que no van acordes a la educación brindada y mucho menos a los planes que tiene Dios para sus hijos amados.
Yo creo que el corazón de una madre están grande que tan solo hay palabras de amor y de ternura para con sus hijos, sin importan como hayan sido sus actuaciones, siempre tendrán un espacio especial dentro de su corazón, y esto es una gracia que solo proviene de Dios y que ha sido depositada con plenitud en María, madre de Jesús nuestro Señor. María es el perfecto reflejo de ese corazón rebosante de amor y alegría expresado en esta frase “su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón” (Lc. 2,51).
Tampoco se debe negar que María fue probada en el sufrimiento: “y a ti una espada te atravesará el alma” (Lc. 2,35), por el dolor que tuvo que experimentar al ver a su hijo clavado en una cruz, después de haber pasado por el más grande suplicio que puede vivir un ser humano, el martirio, sin merecerlo. Al ver esta escena del dolor de María por su hijo en los últimos momentos de su vida, cerca de la muerte, decimos que Ella es la portadora de ese amor maravilloso que Dios ha sembrado en sus entrañas, que es capaz de desprenderse de él y de entregarlo en libertad a todo aquel que la rodea, consagrando ese fruto de su amor al servicio de los más necesitados y de los que buscan una configuración con Cristo. Entonces es aquí donde podemos comprender con mayor certeza la condición humana de María, y este sufrimiento no solo lo vivió María sino que en la actualidad lo viven muchas madres, tal vez no en la magnitud de ella, sino disfrazado de otras circunstancias que han hecho que el corazón y la vida se desgarre y se desplome.

jueves, 7 de octubre de 2010


En la misión te encuentras con Dios, a través de la humanidad que sufre.

“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes”. Mt. 28,19.
Con este encargo ha comisionado el Señor Jesucristo después de su resurrección a los discípulos en Galilea, esta es la tarea que después de ser esos fieles hombres que han escuchado toda la enseñanza del maestro, que ha sido trasmitida tal cual se la ha escuchado al Padre, ahora ellos son los responsables de predicar esa Buena Nueva que esta llena de un mensaje de esperanza pero sobre todo que el Señor estará con nosotros hasta el fin del mundo.

Pero también dentro de esta tarea tan especial nos podemos encontrar con situaciones muy difíciles en las cuales no tenemos las palabras precisas para poder aliviar los dolores de las personas que sufren, entonces es aquí donde verdaderamente entra en escena el Espíritu de Dios, también denominada gracia, el cual toma posesión de nuestra humanidad frágil para que podamos ser instrumentos de gracia en el amor de Dios, de ese Dios que siempre se presenta como el más cercano en las dificultades; así a veces no podamos sentir su presencia como tal vez lo haríamos con un amigo, que nos escucha pero también que nos anima a continuar el camino dándonos una palabra de consuelo y de tranquilidad. Con esto se encuentra a diario un predicador de la palabra viva y eficaz. Pero para estas personas el Señor tiene una voz de confianza y de paz para sus almas que se sienten desfallecer “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". Mt. 11,28-30.

En otras circunstancias el panorama no es tan desalentador sino por el contrario, hay personas que nos dan mucho mas testimonio del que nosotros estamos trasmitiendo, porque nos enseñan con su vida que siempre Dios a pesar de las dificultades por más duras que sean, siempre hay una segunda oportunidad y como reza el dicho popular “Dios apreta pero no ahorca”, por ello encontramos hogares que son muy felices, que han sabido sortear los obstáculos de la vida y han llega lejos, reflejando en su forma de vida esa alegría que solo viene de Dios.

Somos jóvenes que estamos sembrando en los corazones de las personas que nos permitieron entrar en sus hogares el amor maravilloso de Dios, un Dios que no está siempre juzgando ni guarda rencor perpetuo, que tiene los brazos abiertos para acogernos con nuestros problemas pero por consiguiente con nuestras alegrías, lástima que siempre nos acordemos de él cuando estamos en problemas, en los momentos que no encontramos la luz en el camino, que todo se nos vuelve oscuridad, es allí donde nos dirigimos a Dios, bueno sería tenerlo presente en las alegrías, éxitos y gozos, que nos brinda la vida pero que solo se realizan gracias a la bondad de Dios Padre, en su infinito amor para con la humanidad, los hijos predilectos.

Todo esto enmarcado siempre con la protección de la Virgen Madre, que es la impulsadora de toda la misión, porque también fue la portadora del Espíritu y de la misma forma por ser la mujer que desde el silencio de su contemplación motiva cada vez más la tarea de la predicación de los Discípulos, por eso ella se hace partícipe de la oración de los apóstoles para implorar la venida del Espíritu Santo, el paráclito, por medio de ella los apóstoles verán, en cuanto les permita la fe, a esta hermosa estrella del mar y, guiados por Ella, llegará a puerto seguro, a pesar de las tempestades y de los piratas. Todos debemos experimentar y conocer las grandezas de esta Soberana y nos consagraremos enteramente a su servicio como súbditos y esclavos de amor un amor que trasciende los límites de nuestro pensamientos y de nuestro accionar para con los hermanos. Esto sucederá sin duda, si los predestinados, con la gracia y luz del Espíritu Santo, entran y penetran en la práctica interior y perfecta de la devoción que voy a manifestarles en seguida. Entonces saborearán sus dulzuras y bondades maternales y la amarán tiernamente como sus hijos predilectos. Entonces experimentarán las misericordias en que Ella reboza y la necesidad en que están de su socorro, recurrirán en todo a Ella, como a su querida Abogada y Medianera ante Jesucristo. Entonces sabrán que María es el medio más seguro, fácil, corto y perfecto para llegar hasta Jesucristo y se consagrarán a Ella en cuerpo y alma sin reserva alguna, para pertenecer del mismo modo a Jesucristo.

viernes, 13 de agosto de 2010

Soledad, para empezar te pregunto para a tí ¿qué es la soledad? Seguramente me responderás lo que opina el mundo moderno es el abandono de lo que me rodea, el vivir solo, el no sentir el amor de los seres queridos, es eso el lo que pensamos los hombres de hoy.

Pero desde mi experiencia de vida religiosa no es con los argumentos que anteriormente mencionábamos, es una interiorización de mi yo, mi personalidad, el descubrirme a mí mismo tal y como soy; pero también esto me implica una soledad con aquel que no veo, pero lo siento como padre, Dios, es una de las experiencias más bonitas que he sentido, esa soledad, con el que creo que no me habla pero que tiene toda la disponibilidad para escucharme y aguantarme con mis defectos y mis cualidades, el que no me juzga sino que me brinda su amor incondicionalmente.

ES una soledad que podemos interpretar como absoluta, pero no es así por lo ya dicho con referencia a Dios; soledad verdadero encuentro conmigo y por consiguiente con él, ser supremo que se entrego por mí en la cruz y que tiene sus brazos abiertos para recibirme cuando yo quiera acercarme a donde el habita en el sagrario pero en especial en tu corazón.

miércoles, 14 de julio de 2010

El estudio en función de la vida fraterna

Durante nuestra formación como Frailes Predicadores, debemos pasar por una serie de etapas, cada una de las cuales tiene un énfasis. Nosotros los novicios estamos en nuestra etapa de estudio y vida comunitaria, dos elementos esenciales de un fraile. Entremos a revisar un poco estos dos aspectos que en ocasiones vemos contrapuestos, pero que en realidad van unidos de la mano.

El primero nos permite adquirir los conocimientos fundamentales dentro del campo de la academia, y es aquí donde podemos hacer remembranza de nuestro padre Santo Domingo de Guzmán. A este insigne predicador del Reino de Dios lo primero que le preocupaba sobre manera era la formación de sus frailes en el área de lo académico; pero no solo con la intensión de tener buenos intelectuales, sino con el firme propósito de que estos estudios facilitaran un objetivo más noble: la salvación del alma del hombre.

Por tal motivo el santo decide enviar a sus frailes a la Universidad de París para que, recibiendo la adecuada preparación, hicieran frente a la situación de crisis que estaba viviendo la Iglesia medieval debido a la divulgación de falsas doctrinas.
En la actualidad, dentro de la Orden no se ha suprimido este ideal de Nuestro Padre; por el contrario las Constituciones, acerca de este tema, nos indican que: “por lo tanto nuestro estudio debe dirigirse principal y ardientemente, ante todo a que podamos ser útiles a las almas de nuestros prójimos” LCO 77. Esto indica que se debe recibir una formación permanente para responder, tal vez no a las herejías de una época, sino a los retos que se nos presentan en estos tiempos, especialmente en vista del cambio global que se está presentando en los campos de la ciencia y la tecnología.

Por ello es importante dentro de la formación de los frailes de la Orden de Predicadores insistir en que debemos utilizar las áreas del conocimiento adicionales (en las cuales hemos incursionado como profesionales o hemos tenido un aprendizaje) para continuar con la misión que Santo Domingo nos ha encomendado. Dicha responsabilidad no sólo la hemos recibido de él, sino del mismo Cristo que propone el Anuncio de la Buena Nueva del Reino de Dios, exhortando a sus discípulos: “id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación”. (Mc. 16, 15).

Pero lo anterior debe ir acompañado de un verdadero testimonio de vida que se refleje dentro de nuestras mismas casas y conventos, no creyendo que somos los más intelectuales, que somos las lumbreras de las provincias y vicariatos. Esta aptitud positiva hacia el conocimiento, por el contrario, debe imprimirnos el carácter de la humildad, la caridad y la apertura para enseñar a los demás. Lo que aprendemos debe ir en beneficio de nuestros hermanos y no para llenarnos de soberbia. Es allí donde nace la vida fraterna y de comunidad como lo menciona Felicísimo Martínez: “La vida de comunión fraterna es la primera predicación de los frailes de Domingo. Por eso, los primeros conventos dominicanos son llamados “Casas de Predicación”. Su mera existencia es ya una proclamación viviente del mensaje cristiano del evangelio”. Aquí vemos que la predicación no solo es un discurso que se hace durante la celebración litúrgica; es también la vivencia fraterna que debemos cultivar dentro de nuestra vida cotidiana, el compartir con los hermanos las experiencias que nos suceden en lo común de nuestras labores diarias, nuestras tristezas, alegrías y momentos especiales de nuestra existencia. Ciertamente esta convivencia no es fácil, más cuando estamos rodeados de diversas culturas, pensamientos, ideologías y costumbres. Sin embargo, nos une el mismo ideal: el seguir a Cristo tras las huellas que Domingo ha marcado a lo largo de su vida y de la historia de la Orden de Predicadores.

La vida comunitaria está determinada por muchos elementos que son esenciales para construir lazos de hermandad y fraternidad entre nosotros mismos y con las personas que tienen el privilegio de acercarse a cada uno de nosotros, en especial nuestras familias. Con esta experiencia de vida fraterna estamos reflejando la vivencia de la primera comunidad cristiana, que nos relata el libro de los Hechos de los Apóstoles, cuando nos dice que se reunían para compartir la fracción del pan y que lo tenían todo en común. Por esta razón también dentro de este estilo de vida debemos subordinar nuestro proyecto personal al proyecto comunitario en el que estamos insertos en la comunidad, pero esto no significa de ningún modo suprimir lo esencial de nosotros como seres humanos o tapar las capacidades o virtudes que Dios nos ha concedido. Más bien, debemos disponer lo que tenemos como signo de donación para construir el edificio de nuestra felicidad, pero esto se logra colocando unas bases fuertes, como los pilares, para sentir así que estamos trabajando en pro de nosotros mismos y de nuestra comunidad.

lunes, 5 de julio de 2010

María la que nos recibe


La oración del santo rosario es dentro de la vida Dominicana un faro de gran importancia, y es en esencia muy querida por cada uno de los miembros de esta comunidad, por que recuerda el momento de su entrega en manos de la virgen María, su vocación y consagración. También podemos interpretarla a la luz de las palabras del Evangelista San Juan, cuando el Hijo de Dios le entrega la misión al apóstol San Juan de Cuidar de su madre, diciendo: “Jesús viendo a su Madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dijo a su Madre, Mujer ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”. La verdadera realización de los frailes debe compaginarse con el modelo de perfecta vida humana y religiosa de acuerdo a María logrando así una mirada de admiración, de amor y de confianza a aquella a quien estamos acostumbrados a saludar con el doble título de Madre y Reina

Por consiguiente en de relato de San Juan, haciéndolo nuestro descubrimos que Jesús de una manera amplia y generosa, entrega a los frailes dominicos el cuidado de sus madre, para que la amemos con todo el corazón y el alma como está consignado en nuestras constituciones refiriéndose a la vivencia de la vida comunitaria con los hermanos.

El ideal dominicano también está en consonancia con la virgen Reina, porque: “la orden es eminentemente apostólica, la orden de Santo Domingo de Guzmán fue entregada por Cristo a María desde el primer momento; y la virgen en calidad de Reina de los apóstoles acepto la orden como suya y no ha cesado de velar con amor por su glorioso destino”. También observamos como el mismo Cristo con referencia a la orden somete esta al cuidado y protección de la virgen, así como le dejo el encargo de cuidar de los apóstoles, acompañarlos, orientarlos y mostrarles su santidad, ella se hace partícipe de la Orden de Predicadores, la Orden de los anunciadores del mensaje de salvación, de esperanza, acercamiento del hombre a la comunión intima con su creador. La comunidad Dominicana bajo el amparo de la Santísima Virgen acoge con especial afecto la misión de los primeros apóstoles de anunciadores del Reino de Dios.

Hoy se nos reconoce como la Orden Mariana, los guardianes de la virgen María; pero en este contexto podríamos preguntarnos ¿cuál es el amor que le profesó a la virgen como religioso y consagrado en su nombre? El amor de un religioso hacia la medre de Dios debe ser trasmitido con luz propia, revelando con su vida el testimonio de que ella ha aprendido, como el testimonio de humildad y servicio para con los mas necesitados. Ese amor que nos regala la virgen María tienes unas características propias que nos exigen un verdadero compromiso; “en la Orden Dominicana la devoción a María es tiernamente querida y celosamente cultivada: más parece que entre nosotros las relaciones con la buena Madre estuvieran marcadas con un sello muy particular de ternura e intimidad”.

De esta manera la vida personal y cristiana de un dominico trascurre bajo la mirada de la que un día lo recibió en su casa y acepto su profesión religiosa, su consagración y su vocación; cuando nosotros nos apartamos de ella, sería necesario llegar a la fuente del Evangelio donde María le hace el reclamo a Jesús de su travesura en Jerusalén, su perdida en el templo. Pues ella en algún momento de nuestra vida nos hará un llamado de atención, por ese alejamiento que hagamos, sin embargo ella tiene un corazón maternal y nos recibe en sus brazos, pero debemos tener en cuenta que ella como nuestra madre “conserva cuidadosamente a todas las cosas en su corazón”.

viernes, 18 de junio de 2010

Pedid y se os dará; Buscad y encontrareís; llamad y se os abrirá


Señor Jesucristo estas en medio de nosotros y no te reconocemos, actúas en medio de cada uno de una manera estupenda y maravillosa, pero por múltiples consecuencias no te damos gracias por todo lo que has realizado en nuestro favor. Esto se hace realidad en las palabras de evangelista San Mateo (7, 7-11) con palabras tan llenas de amor como son: “pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” con estas palabras tenemos que hacer un stop en nuestro camino para revisar nuestra existencia, nuestras obras, y al ponernos en la evaluación de nuestra historia personal y comunitaria debe llevarnos a decir que somos totalmente ingratos con aquel que da sin medida, que siembra todos los días para esperar los resultados del trabajo realizado, y esto nos tiene que interpelar con relación a la aptitud que tomo aquel hombre del Evangelio que escuchando la voz de Dios, no construyo su casa en la roca firme (Cristo), sino que construyo en arena, y a renglón seguido dice: vino la lluvia, el viento, los ríos crecieron y la casa se derrumbo, pues de la misma manera nos puede pasar a cada uno sino estamos construyendo sobre la roca, el fundamento, la firmeza y la base Cristo, que sin él no podemos hacer nada y estaríamos edificando ilusiones o simplemente en tierra movediza.

El Señor está dispuesto a darnos sin escatimar esfuerzos, sin ser miserable, como tal vez somos nosotros en muchas ocasiones, en otras palabras tacaños, el Señor sobre pasa cada una de nuestras acciones, el lo dice claramente, pidan y se les dará, pero ese pedir debe convertirse en algo comunitario y no encerándome en mi propio egoísmo, sino por el contrario debe transcender ese hecho de mi condición, y se estamos de acuerdo con este propósito manifestaremos al mundo el llamado de Dios, que nos invita a la predicación del Reino de amor, de justicia y de paz, ese es mi compromiso para con el Señor que se hace presente en la realidad del ser humano, de aquel hermano que tengo a mi alrededor y que no lo reconozco sencillamente porque no está en mi estatus social y tendemos a la marginación.