miércoles, 14 de abril de 2010

Mensaje a los Frailes

Reíd, carísimos; reíd fuertemente y no dejéis de hacerlo por este fraile; yo os doy permiso, pues verdaderamente tenéis motivo suficiente para alegraros y reíros, porque habéis salido de la cárcel del diablo y roto las fuertes cadenas con las que durante muchos años os tuvo atados. Reíd, pues, carísimos; reíd.

Y con estas palabras se les anegó el alma en tanta dulzura, que ya no volvieron a reír tan disolutamente” (Gerardo de Frachet, c. 45, p. 479).

Entre esos novicios había maestros de Universidad. Jordán quería que los frailes recobraran la infancia de corazón de la que habla Jesús en el evangelio. Dado que los Predicadores deben consagrarse al estudio, la sencillez, la alegría y el buen humor deben servirles de contrapeso a la austeridad de la ciencia.

La vida dominicana intenta conjugar la vida de penitencia y de oración propia del monje con la vida intelectual del estudiante. Esto constituye una invención muy audaz que tiene sus peligros, como el del orgullo de la inteligencia o las tentaciones de la fe o la ambición de favores divinos y de estados míticos elevados. Para conducir a sus frailes por el camino recto, Jordán insiste en la sencillez y en la humildad. Ante el riesgo de la monotonía, una vez que se enfría el entusiasmo de los primeros tiempos, Jordán aconseja fortaleza y saber esperar en Dios con un corazón generoso y con la certeza de que él no dejará de venir.

Jordán insistía sobre todo en la caridad mutua y en el celo de la vida fraterna. Previene del peligro que existe en la tendencia de las obras y prácticas personales o del gusto de vivir de espaldas a los demás y en contra de la obediencia conventual. En este sentido escribió lo siguiente a los frailes del convento de Saint-Jacques en la semana de Pascua de 1231: “Jesús no se habría aparecido a los que están separados de la acción común. Santo Tomás no mereció verle porque estaba fuera del Cenáculo: ¿seréis vosotros más santos que este apóstol?… Yo declaro a todo hombre que… prefiere caminar separado de los otros que mientras no tenga más celo por la caridad, no gozará de la presencia de Jesús. Ahora bien, la caridad no busca su propio interés, sino que lo subordina al interés general; la caridad ignora la división; pone su alegría en el gozo de los bienes comunes; ama por encima de todo la unidad. Sin duda, un hombre así podrá experimentar de vez en cuando cierta consolación tan ligera como rara: pero no será favorecido con la plena aparición del Señor si no está en la casa donde se encuentran los otros discípulos…” (carta[2] 56).

1 comentario:

  1. El fraile de hoy siglo XXI, esta llamado a reflejar la alegría del corazón que nace del mismo evangelio que predicamos, y debemos encarnarla en nuestra vida para que realmente esto nos lleve a reconocer en nuestro hermano el rostro de Cristo que esta presente en cada uno de nosotros.

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