viernes, 4 de junio de 2010

EL AMOR A MARÍA COMO MODELO DE VOCACIÓN


La experiencia de una vocación dentro de una comunidad religiosa se experimenta de diversas maneras dependiendo de cada ser humano, encontrando de esta manera una compenetración con el misterio de Cristo que a diario se revela en las acciones que se realizan a favor de la misma comunidad o sociedad a la cual estamos prestando nuestro servicio. Porque el Señor llamó a los que el estimo dignos de tal ministerio de presentarlo a él como el Señor de las almas.

En este ministerio de servicio aparece la abanderada por excelencia, la virgen María, que se enmarca en el testimonio que en procura de la salvación de las almas, su hijo quiso trasmitir a todos aquellos que gozaban de su compañía en el mundo. Hoy en día, por gracia de Dios que ama a sus hijos nos ha dado en muchos lugares de la tierra signos visibles de su presencia en la Imagen de la Virgen Madre, presentándola como el modelo de fe, servicio, humildad y llena de virtudes, con el único propósito que cada hombre y mujer pueda realizarse como persona íntegra.
Las palabras más hermosas que se le pueden dirigir a María como Madre de Dios, pero también de nosotros, son las que se contemplan en el rezo del santo rosario, “Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo”; esas mismas que están llenas de una predilección de parte de Dios y que a la vez son pronunciadas por uno del más excelso de los predicadores, el Ángel Gabriel, el portador del mensaje de salvación para todo ser cristiano como es la encarnación de Jesús “del dios con nosotros”.

Mirando a simple vista descubrimos que el pronunciar y realizar la práctica del rosario nos parece que es una plegaria tan simple que está asociada a la vida dominicana como lo refiere Fray Timothy Radcliffe, O.P. Haciendo esta analogía del rosario con la impresión que han causado los dominicos a lo largo de la historia, que los hombres no ven a los dominicos como gente simple y de vida sencilla; sino por el contrario que tenemos la reputación de los grandes obras teológicas largas y complejas.

La vida de un dominico debe estar revestida del amor a la virgen María, pues por intercesión de ella ante su Hijo Jesucristo recibe grandes dones, bendiciones y beneficios, procurando que sus hijos, en este caso concreto, que sus frailes, a los cuales ella cubre con especial benevolencia y maternal amor, en símbolo de que cada uno hacemos la consagración del llamado a la vocación de la vida religiosa en la experiencia de la Comunidad dominicana, este acto de realiza de una forma muy particular a los pies de su santuario, entregando así nuestra vida en sus manos para que ella cuide con el celo exclusivo el llamado que Cristo hace en el corazón del género humano.

La plegaria que elevamos a la Santísima Virgen María en la comunidad dominicana, el rezo del rosario, se enmarca dentro de un amor gratuito; fray Timothy comenta con respecto a esta devoción lo siguiente: “sin embargo si nos hemos peleado por conservar el rosario. Es nostra sacra haeritas (nuestra santa herencia). Hay una larga tradición iconográfica de Nuestra Señora dando el rosario a Santo Domingo”. Desde esta descripción histórica podemos argumentar, como la virgen tubo gran predilección por la Orden de Predicadores, que ella misma decidió encomendarle la misión de la propagación de esta devoción popular, que en el transcurso del tiempo se ha convertido en una de las herramientas más eficaces en la vida del ser humano, para configurar su vida con la de aquel hombre, Jesucristo, que dio la vida por la salvación de cada uno de nosotros, aboliendo así la carga que pesaba en el hombre, el pecado, por ello Cristo se convierte en el redentor de la humanidad y se hace oblación perfecta al padre.

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