viernes, 18 de junio de 2010

Pedid y se os dará; Buscad y encontrareís; llamad y se os abrirá


Señor Jesucristo estas en medio de nosotros y no te reconocemos, actúas en medio de cada uno de una manera estupenda y maravillosa, pero por múltiples consecuencias no te damos gracias por todo lo que has realizado en nuestro favor. Esto se hace realidad en las palabras de evangelista San Mateo (7, 7-11) con palabras tan llenas de amor como son: “pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” con estas palabras tenemos que hacer un stop en nuestro camino para revisar nuestra existencia, nuestras obras, y al ponernos en la evaluación de nuestra historia personal y comunitaria debe llevarnos a decir que somos totalmente ingratos con aquel que da sin medida, que siembra todos los días para esperar los resultados del trabajo realizado, y esto nos tiene que interpelar con relación a la aptitud que tomo aquel hombre del Evangelio que escuchando la voz de Dios, no construyo su casa en la roca firme (Cristo), sino que construyo en arena, y a renglón seguido dice: vino la lluvia, el viento, los ríos crecieron y la casa se derrumbo, pues de la misma manera nos puede pasar a cada uno sino estamos construyendo sobre la roca, el fundamento, la firmeza y la base Cristo, que sin él no podemos hacer nada y estaríamos edificando ilusiones o simplemente en tierra movediza.

El Señor está dispuesto a darnos sin escatimar esfuerzos, sin ser miserable, como tal vez somos nosotros en muchas ocasiones, en otras palabras tacaños, el Señor sobre pasa cada una de nuestras acciones, el lo dice claramente, pidan y se les dará, pero ese pedir debe convertirse en algo comunitario y no encerándome en mi propio egoísmo, sino por el contrario debe transcender ese hecho de mi condición, y se estamos de acuerdo con este propósito manifestaremos al mundo el llamado de Dios, que nos invita a la predicación del Reino de amor, de justicia y de paz, ese es mi compromiso para con el Señor que se hace presente en la realidad del ser humano, de aquel hermano que tengo a mi alrededor y que no lo reconozco sencillamente porque no está en mi estatus social y tendemos a la marginación.

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